La palabra “globalización” está profundamente introducida en nuestra vida cotidiana. Estamos tan acostumbrados a oírla que ni siquiera nos damos cuenta de que, en la mayoría de los diccionarios y/o enciclopedias, el vocablo “globalización” brilla por su ausencia, incluso en aquellos diccionarios en los que se incorporan términos relativamente recientes, como “hardware” o “software”, entre otros. Ello ocurre porque el uso de esta palabra es mucho más reciente que en los casos anteriores: recién se popularizó en la década de los '90, y ni siquiera lo hizo en los comienzos de ésta, sino cuando ya estaba más avanzada.
Pero, por supuesto, poca gente advierte esto. Todos sabemos lo que “globalización” quiere decir, y es suficiente. No importa que no sepamos la definición exacta y rigurosa de la palabra (que, por otra parte, no existe), porque todos entendemos su significado, que es fácilmente deducible. En efecto, “globalización” y sus derivados (globalizar, globalizado, etc.) provienen de “global”, palabra que sí figura en el diccionario y cuyo significado es “tomado en conjunto”. Global, etimológicamente, deriva de globo, haciendo referencia al Globo Terráqueo, en el sentido de que lo abarca todo.
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